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Nueva portada de 2666 de Roberto Bolaño en editorial Alfaguara, publicada en 2016Portada de 2666 de Roberto Bolaño

La primera vez que me topé con Roberto Bolaño tenía 23 años. Trabajaba en la librería Gandhi que se encuentra en la avenida Palmas, en Lomas de Chapultepec. En esos días mi pasión por la lectura comenzaba a tomar dimensiones que marcarían mi futuro.

La primera novela que leí de él fue: Los detectives salvajes, en una edición de Anagrama, la lectura me cambió de muchas formas. Primero porque en muchos pasajes de Juan García Madero me sentí identificado con su forma de pensar y de mirar el mundo, a la par que me habría gustado tener amigos como los real visceralistas, con los que pudiera conversar sobre la poesía y las vanguardias. 

Meses después de esa primera lectura me compré Entre paréntesis, donde estaba reunida su obra de no ficción, sus reseñas sobre libros (que fui agregando a mi lista poco a poco), referencias sobre la escritura, sobre los premios y sobre la forma en la que Bolaño veía el día a día.

Para cuando decidí leerlo completo entré en la universidad y por materias y diversas cuestiones estudiantiles me fui alejando de la ficción y me adentré a libros de periodismo, política y comunicación. 

Fue en el 2016 cuando llegó a mis manos El espíritu de la ciencia-ficción (Alfaguara, 2016), libro con el que retomé mi pasión por este escritor. Releí Los detectives salvajes (Alfaguara, 2016) y me fui adentrando más a su obra, llegando así a mi librero: Una novelita Lumpen (Debolsillo, 2017), Nocturno de Chile (Alfaguara, 2017), Amuleto (Debolsillo, 2017), La literatura nazi en América (Debolsillo, 2017), Sepulcro de vaqueros (Alfaguara, 2016), Putas asesinas Alfaguara, 2018), Monsieur Pain (Debolsillo, 2017) y La pista de hielo (Debolsillo, 2018).

Convenciéndome que había llegado al tipo de autor que quería llegar, donde se combinaban por momentos Albert Camus, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar. Poco a poco me fui interesando más, pero había una obra a la que rodeaba lo más posible, una obra que veía en las librerías y prefería no mirar. Esta era: 2666 (Algafuara, 2016).

Me parecía una obra maldita, una obra en la que su mismo nombre me hablaba de un terror mayor que el que cuenta Auxilio Lacouture en el inicio de Amuleto. Donde la oscuridad dominaba más que lo que comenta Bianca en Una novelita Lumpen. Una oscuridad que sólo Bolaño me podría mostrar, pero que no estaba preparado para enfrentar. 

Pasaron los años hasta que llegué al 2024, miré mi librero y dije: es hora. Así fue que me adentré a esta novela, la inconclusa pero definitiva 2666.

La novela está dividida en 5 partes, en las que Bolaño desarrolla los ejes centrales de muchas otras de sus obras: la literatura, los detectives, la oscuridad y la crueldad del ser humano. 

La fecha es citada por primera vez en Amuleto, cuando Auxilio Lacouture ve a Belano y Ernesto San Epifanio caminar por las calles de la colonia Guerrero, en la que comenta: a esa hora, se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975, sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo. Mostrándonos así que para Bolaño 2666 era como un cementerio en medio del desierto, el desierto de la indiferencia de Latinoamérica. 

Está novela fue publicada en el año 2004, un año después de la muerte del autor, quien en vida había dado instrucciones a su editor y al dueño de la editorial en la que publicaba en ese momento (Anagrama) de ser editada y publicada en 5 libros distintos.

Publicados un volumen por año o dos años, con lo que pretendía asegurar el futuro de sus hijos. Pero, como a Kafka y otros autores, después de su muerte, fue ignorada su última voluntad, por lo que Jorge Herralde e Ignacio Echeverría decidieron publicarla en un sólo volumen, el volumen de 1126 páginas que conocemos actualmente. 

Cada uno de los 5 libros o las cinco partes en las que está estructurada la novela puede leerse de forma independiente, teniendo leves guiños a personajes entre una y otra y teniendo como eje principal la ciudad ficticia de Santa Teresa, ubicada en el estado de Sonora (donde también ambienta la tercera parte de los detectives salvajes) sitio que hace alusión a Ciudad Juárez en el estado de Chihuahua. 

La primera parte se titula La parte de los críticos y en ella conocemos al francés Jean-Claude Pelletier, el italiano Piero Morini, el español Manuel Espinoza y la inglesa Liz Norton, todos catedráticos de literatura alemana en sus respectivos países, quienes tienen en común trabajos sobre la obra de un autor desaparecido llamado Benno Von Archimboldi, de quien comienzan a seguir la pista, hasta dar con su posible paradero en Santa Teresa lugar en el que escuchan por primera vez sobre los crímenes a mujeres.

Llevándonos así a conocer un poco las vidas de estos cuatro estudiosos donde a través de libros, conversaciones banales y acercamientos a la locura acompañamos a estos personajes en una persecución parecida a la que emprenden Arturo Belano y Ulises Lima en Los detectives salvajes. 

La segunda parte se titula La parte de Amalfitano, en ésta conocemos a Óscar Amalfitano, quien bien podría ser un alter ego de Bolaño, un profesor de filosofía de nacionalidad chilena que dejó su vida en Barcelona, donde su esposa Aurora o Lola lo abandonó a él y a su hija Rosa para ir a buscar a un poeta que habitaba el manicomio de Mondragón, en España, alegando que éste se había enamorado de ella años antes de conocer a Amalfitano. Contándonos así todo lo que tiene que vivir este profesor para llegar a este que parece ser el fin del mundo, con un libro misterioso del cual no recuerda haber recibido por regalo o comprando. 

La tercera parte es La parte de Fate, aquí conocemos a Quincy Williams, quien usualmente firma con el seudónimo de Fate. Un reportero afroamericano que se dedica a cubrir temas políticos y sociales para una revista cuyo público es la comunidad afrodescendiente. Es la muerte del reportero de la sección de deportes lo que lleva a los editores a solicitar a Fate escribir una crónica de una pelea de box que se celebrará en la ciudad mexicana de Santa Teresa. Llevándolo a conocer como trabajan sus símiles en el lado sur de la frontera con Estados Unidos. Además, aprendiendo así sobre los crímenes no resueltos en el pueblo en el que se realizará el combate. Preguntándose qué debe hacer, ya que su ética le dice que debe realizar un reportaje sobre los crímenes, que debe evidenciar lo que sucede en este pueblo. 

La cuarta parte, es La parte de los crímenes, en ésta Bolaño describe los asesinatos que han ocurrido desde enero de 1993 hasta diciembre de 1997, con un estilo frío y brutal, en el que hace uso de descripciones necrológicas de jóvenes reales encontradas en esos años en diversas regiones de Ciudad Juárez en Chihuahua. En esta parte además, Bolaño se apoyó del periodista Sergio González Rodrígues (autor de Huesos en el desierto), quien le ayudó a recrear muchos de los casos. También en esta parte se aborda la misoginia, las problemáticas sociopolíticas de México, la corrupción y una imagen de este, el México que es y ha sido durante las últimas 4 décadas. 

La quinta parte se titula La parte de Archimboldi y en ella Bolaño va desarrollando la vida de Hans Reiter, mejor conocido en el mundo literario como Benno Von Archimboldi. En esta biografía Bolaño nos encara con autores ficticios mezclados con la realidad como lo haría en La literatura nazi en América o Una novelita Lumpen, mostrándonos así como Hans toma inspiración del pintor Giuseppe Arcimboldo para su seudónimo. Llevando al lector, además, en un punto en el que se unen varias de las historias de este libro, el momento en el que Archimboldi decide viajar a Santa Teresa en México, por un asunto ligado a los asesinatos de mujeres.

Dejando al lector con ese sabor de boca de algo inconcluso, algo que podría haber dado para más y que a la par podría haber puesto a la novela latinoamericana como una de las más revolucionarias de su generación. 

En 2666 vemos el dominio de Bolaño en esos pasajes en los que nos sonríen continuamente la oscuridad, la muerte y la locura. Llevando a la novela a mostrarnos lo más bajo del ser humano, la brutalidad con la que pueden asesinar y la deshumanización de las víctimas, además de la revictimización de éstas.

A través de cada página vemos el desierto llenarse de cruces, de cadáveres y sangre cada vez con más posibilidad de impregnarse en nuestra alma. Vemos por momentos destellos de amor, de compasión, destellos de lucha, de enfrentar al sistema, pero vemos también la otra cara de la moneda: la política, la ignorancia de parte del sistema de justicia.

Sin duda una obra que todos deberíamos leer en algún momento para entender a dónde vamos, para darnos cuenta que la violencia de hoy es fruto del ayer, un ayer narrado con una fecha final: 2666.

Mira aquí una breve reseña de 2666 de Roberto Bolaño.

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