Sin duda alguna el terror se puede encontrar en cualquier parte. En la actualidad vivimos en un país, en una sociedad en la que hasta lo más mínimo puede causarnos terror y paradójicamente podemos normalizarlo.
Así como en su momento normalizamos las actitudes pasivo-agresivas de algún amigo. O como normalizamos, varios, guardar el teléfono de nuestros padres o amigos con sus nombres y sin títulos en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. O como algunas familias normalizan y toleran abusadores dentro de sus propias casa. Porque sí, a veces el diablo habita y duerme con nosotros.
O hay otro tipo de terror como el que nos muestra Auxilio Lacouture en Amuleto de Roberto Bolaño. En el que sin contarnos sobre muertos o aparecidos nos hace sentir el terror que vivieron los estudiantes universitarios durante la toma de CU en 1968.
Y justo sobre este tipo de terror es en el que se centra Bibiana Camacho, la escritora mexicana que me demostró que cualquier momento en bueno para infundir terror.
En su último libro de cuentos: Jaulas vacías (Almadía, 2019) se encuentra el cuento titulado: La casa del campo. Y en él nos presenta a tres hermanas: Mariela, Diana y Consuelo, quienes hace poco tiempo perdieron a sus padres. Con lo que su progenitor dejó una casa en el estado de Morelos.
Casa donde la familia disfruto diversas tardes, donde crecieron estas niñas y que forma parte de todo lo que son. Al morir su padres Diana y Consuelo heredaron diversas cosas de éstos, recibiendo cada una lo que ellos consideraban que era necesario.
Con lo que a Mariela le dejaron la casa de campo. Pero, esto como muchas herencias, ocasionó un descontento entre estas hermanas. Debido a que para Diana es un premio que no se merece.
Mariela es alcohólica. Lo que irrita aún más a Diana, haciéndole sentir no sólo enojo con su hermana sino con sus propios padres. Y en su arrebato de enojo intenta convencer a Consuelo de que sean ellas quienes se queden con la casa. Pero ésta sólo quiere respetar la última voluntad de sus padres. Sin cuestionar el porqué de su decisión.
Y es después de esta conversación cuando el cuento da un vuelco. Cuando Bibiana nos comienza a mostrar el terror. El miedo. Como el demonio puede estar entre nosotros y ni siquiera saberlo.
Después de algunas páginas las hermanas se centran en una discusión, que lleva a éste a tener un final tan abierto como el campo donde se encuentra la casa.
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