Para mí los cuentos son de las formas más fascinantes que tiene la literatura. Todo ocurre rápido y al grano. Aunque hay ocasiones en las que no pasa así. En las que la obra se puede volver en otra obra y todo puede encontrar variantes. Pero siempre cerrando el círculo.
¿A qué me refiero con esto de cerrar el círculo? Bueno, en el libro de Clases de Literatura (Alfaguara, 2016) de Julio Cortázar, en el que en el primer capítulo Los caminos del escritor, el autor de Rayuela compara los cuentos con una esfera, diciendo: “El cuento es todo lo contrario: un orden cerrado. […] Alguna vez he comparado el cuento con la noción de la esfera, la forma geométrica más perfecta en el sentido de que está totalmente cerrada en sí misma y cada uno de los infinitos puntos de su superficie son equidistantes del invisible punto central”.
Con lo que me he encontrado con una gran cantidad de cuentos y cuentistas que me han dejado con un buen sabor de boca por cómo abordan la temática de su cuento o por cómo el tiempo puede ser algo fundamental en él sin llegar a romper con la historia.
Por ejemplo, en el cuento de Sensini, Roberto Bolaño desdobla el tiempo que pasó Belano en una relación epistolar con Sensini. O en Nos han dado la tierra Rulfo desarrolla la caminata más larga de nuestros protagonistas, en el que pueden ser semanas u horas, pero que se sienten como si se rascara la cáscara de la eternidad.
Por eso es que al menos una vez a la semana me gusta leer un cuento. Sin importar el lugar o tiempo del autor. Hace poco, llegó a mis manos el libro Lealtad al fantasma (Alfaguara, 2022) del escritor mexicano Enrique Serna.
En él conocemos a Fidel Ramírez, profesor de historia en una preparatoria bilingüe al sur de la Ciudad de México. A lo largo del cuento el autor nos va mostrando los deseos más oscuros de este profesor. Deseos de alguna forma provocados por una de sus alumnas. Al enamorarse perdidamente de ella: Irene. Ella es una alumna ejemplar, con las notas más altas de toda la escuela y con la intención, para Fidel, aparente de querer seducirlo sea como sea.
Con la excusa de necesitar una asesoría con él, se quedan de ver primero en un lugar dentro de la escuela para después hacerlo fuera de ella. Lo que hace a nuestro personaje principal entrar en un tipo de transe al pensar en ella y las miles de posibilidades. Llevando al límite los pensamientos maestro-alumna.
En el encuentro, en una cafetería de una cadena muy conocida, es donde Irene le cuenta a este profesor calenturiento sus “sentimientos” por él. Exigiendo exclusividad, compitiendo desde el primer momento con su esposa. Irene le muestra en este lugar su sexo, le quita su anillo de matrimonio con la boca y lo mete en él. Provocando al profesor de sacarlo de ahí, acto con el que ciega perfectamente a nuestro protagonista. Entrando en un trance del que no podrá salir.
Es tal la calentura de este hombre que un día la invita a una habitación de hotel. Sólo para darse cuenta horas más tarde que todo fue una trampa por parte de uno de sus alumnos, en búsqueda de pasar su materia. Buscando quebrar así lo más preciado de este profesor Humbert Humbert contemporáneo: su ética profesional.
Pero, es aquí donde el tiempo y el espacio se modifican, como lo contaba al inicio con la obra de Cortázar. Ya que nuestro protagonista logra hablar con un novelista, con aquel hombre que está contando la historia de Fidel. Sólo para consultar sobre cómo seguir la novela que está escribiendo. Preguntando qué debería pasar ahora.
Así, a través de diversos giros argumentales el autor nos muestra que siempre se puede caer más bajo. Y que incluso la represión del deseo puede llevarte a algo mayor. A ese, ¿qué hubiera pasado? a tal punto que Fidel se arrepiente de arrepentirse en su momento.
Llevando a Serna a mostrar diversos rostros y actos de la sociedad mexicana. A la par que nos muestra la decadencia de Fidel, quien no vuelve a tener un momento en paz en lo que resta de su vida. Y quien según pasan los días se acerca cada vez con más convicción al filo del abismo, en el que en todo momento pone en riesgo sus vínculos más importantes. Vemos a nuestro profesor caer en una espiral parecida a los caminos de un adicto. Mostrando el rostro real de este Humbert Humbert moderno y de todo lo que es capaz de hacer por una colegiala. Por su propia Lolita…