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Portada del libro Buzón de tiempo del escritor uruguayo Mario Benedetti, en editorial Alfaguara, en el que viene el cuento Fin de semanaPortada Buzón de tiempo de Mario Benedetti

Cuando somos jóvenes pensamos que cada relación será duradera, ya sean amigos, familia o parejas, pero conforme vamos creciendo nos damos cuenta que no es así. Cada vez que conocemos nuevas personas nos ilusionamos y llegamos incluso a distorsionar la realidad. Sin darnos cuenta que a veces estamos con alguien pero en el fondo nos encontramos sumamente solos. 

¿A qué me refiero con esto? A que en muchas ocasiones en estos caminos de ir creando y terminando relaciones a veces conocemos a personas importantes y que marcan nuestra vida de las que después nos alejamos pero no olvidamos. Pero, en nuestro desconocimiento propio, iniciamos una nueva relación, no con el fin de querer estar con alguien, sino con el fin de no estar solos o, en el peor de los casos, no sentir la ausencia de nuestra relación anterior. 

Y esto lo podemos ver en diversas obras, desde películas hasta canciones como Lovelenguage de Nsqk en la que en uno de sus versos dice: baby, todas mis conversaciones terminan hablando de cómo olvidarte. O como en la película de La la land en la que los protagonistas, después de años, se vuelven a ver sintiendo todo el amor que quedó contenido, aún cuando ella ya se casó y tiene una hija. 

En fin, a lo que voy es que en muchas ocasiones podemos estar con personas y aún así encontrarnos profundamente solos. Un ejemplo similar fue lo que me encontré en el cuento Fin de semana, que se encuentra en el libro Buzón de tiempo (Alfaguara, 2012) de Mario Benedetti.

En este cuento Mario Benedetti nos presenta a Fernando, hijo de Marcelo y Luisa, quienes hace poco se divorciaron, pero quienes acordaron que el primogénito de ambos se quedaría en la casa de madre durante la semana y visitará la casa de padre los fines de semana. 

Con lo que Benedetti nos muestra cómo, incluso con los cambios, también se puede llegar a la rutina, en la que el padre llega, lo saluda (con lo ceremonioso o no que puede ser este breve momento), van a comer al mismo restaurante, en el que Fernando pide el mismo platillo con el mismo postre. 

Hasta que en un momento, en casa de padre, algo cambia. 

Si bien, Marcelo sigue preguntando por Luisa con frases como: ¿cómo está tu madre? O, “no le digas a tu madre que llegué tarde”, frases que para Fernando significan algún tipo de amor, de cariño y nostalgia del que Marcelo aún no se da cuenta. Y a lo que el hijo sólo contesta: Sola, está sola. Refiriéndose no a ella con él en casa, sino a ella como mujer. 

Este fin de semana Fernando conoce a Inés, una mujer joven, guapa y seguidora del equipo de fútbol al que Fernando le es fiel. En ese primer momento la plática es amena, sin hablar de cosas banales como la escuela o los amigos. Hasta que se van a dormir, es durante la madrugada que Fernando se da cuenta que Inés duerme en el mismo cuarto que Marcelo. 

Al día siguiente las cosas cambian, Inés no es la misma del día anterior, no sabe qué decir, no sabe cómo comunicarse con el hijo de Marcelo; haciendo pensar que todo lo del día anterior fue el seguimiento fiel de un guión, como si todos fueran actores con sus diálogos estipulados, al estilo de los actores de El show de Truman. 

Así, Fernando se da cuenta de que acostumbrarse será complicado, Inés se da cuenta que acostumbrarse a salir con un hombre que ya tiene un hijo es complicado y Marcelo se da cuenta que mantener una relación con Inés puede, a partir de ahora, volverse en un hecho complicado. 

Pero, la mayor complicación para Fernando se encuentra en el momento de volver a casa, al espacio materno, a esta tierra en la que también tiene su propio espacio así como en casa de su padre. Es aquí el punto en el que Luisa lo siente como si hubieran cambiado muchas cosas dentro de su hijo en un sólo fin de semana. Se preocupa y pregunta: ¿cómo está tu padre? De nueva cuenta con la misma forma que Marcelo pregunta por Luisa, con frases que esconden algún tipo de amor, de cariño o nostalgia de la que posiblemente Luisa no se da cuenta y de la que el hijo no querrá romper (y menos al ver que la relación con Inés y su padre se sostiene con pinzas) por lo que termina respondiendo la realidad, esa que su padre aún no puede ver: Solo, está solo…

Mira aquí una breve reseña del cuento Fin de semana de Mario Benedetti.

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