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Portada del libro El llano en llamas, al que pertenece el cuento Nos han dado la tierraPortada del libro de cuentos El llano en llamas de Juan Rulfo

Sin duda uno de los momentos que marcó un antes y un después en México fue la Revolución Mexicana, esa etapa de la historia que comenzó en 1910, meses después del centenario del inicio de la lucha de Independencia y que duró, para algunos, hasta 1917 con la creación de la Constitución que nos rige actualmente; para otros, esa lucha siguió por muchos años hasta desvanecerse entre las calles de nuestro presente. 

Esta lucha tuvo repercusiones en diversos artes, en la música con los conocidos corridos como Adelita o La cucaracha, cantos que siguen hasta nuestros días; en el teatro con obras como Felipe Ángeles (Fondo de Cultura Económica, 2016) de Elena Garro o en las novelas con obras como La noche de Ángeles (Tusquets, 2016) o Madero, el otro (Debolsillo, 2016) ambas obras de Ignacio Solares. 

Para mí, uno de los autores que mejor escribió sobre los estragos de la Revolución fue Juan Rulfo, en Pedro Páramo (Editorial RM, 2019), hablando de novela y en El llano en llamas (Editorial RM, 2019) hablando de cuentos.

Hace unos meses escribí sobre Nos han dado la tierra, el cuento con el que comienza este libro y que habla de aquellas travesías que tenían que hacer diversos pobladores para llegar al pedazo de tierra que les dieron por parte del gobierno. Aunque ésta no estuviera en condiciones para sembrar. 

Hoy les hablaré sobre La cuesta de las Comadres, el segundo cuento de este libro. En él volvemos a la temática del primer cuento, pero, desde una perspectiva contraria. 

En este cuento conocemos a un narrador viejo, según sus propias palabras, y amigo de los hermanos Torricos, quienes antes de la Revolución eran dueños de las tierras que ahora son este pequeño poblado, pero que después de la lucha y la repartición de terrenos les quedó una mínima parte. Aunque ellos seguían haciendo su voluntad como dueños. A lo que los pobladores no ponían resistencia y menos nuestro narrador, ya que él se jactaba de haber sido su amigo hasta poco antes de la muerte de éstos. 

En pocas páginas Rulfo nos demuestra porque este libro es considerado como uno de los mejores del género, ya que vuelve a los problemas centrales del cuento anterior, mostrándonos ahora no aquello que se puede ganar sino aquello que muchos “perdieron” en papel pero no en la realidad. 

Además, mostrándonos cómo aún cuando muchas personas recibieron pedazos de tierra diversos pueblos se fueron quedando vacíos hasta volverse fantasmas, ya que sus pobladores huían de ellos en búsqueda de mejores oportunidades.

Con un lenguaje cotidiano y de la época el autor nos lleva a un poblado cerca de Zapotlán, un sitio en el que un día los perros de los Torrico no tuvieron a quien esperar…

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