En la actualidad cuando hablamos del boom latinoaméricano los primeros nombres que llegan a nuestra mente son: Gabriel García Márquez con su Cien años de soledad (Diana, 2017); Julio Cortázar con Rayuela (Alfaguara, 2019) o Mario Vargas Llosa con Pantaleón y las visitadoras (Alfaguara, 2016).
Pero, durante los últimos años diversos autores y autoras e investigadores e investigadoras se han preguntado dónde quedaron las mujeres en ese periodo. Es bien sabido que era complejo para muchas publicar, que otras lo hicieron a través de pseudónimos o que, en el peor de los casos sus obras fueron censuradas por sus parejas o minimizadas por los editores. Porque sí, el boom fue en muchos aspectos política y misoginia antes que cultura.
Pensando en esto, me preguntaba por qué la obra de Elena Garro no era tan conocida. Para mí ella es una de las mayores figuras de la literatura del siglo pasado. Con cuentos como La culpa es de los tlaxcaltecas, con una historia y maestría como la de Cortázar con La noche boca arriba. O Los recuerdos del porvenir una novela en la que se esconden tantos detalles feministas y protestas a la par de las memorias de la propia Garro en su estado natal.
Siempre pensé que uno de los principales factores para que esta autora no fuera conocida dependía de Octavio Paz, “el gran poeta”, al que los infrarrealistas tenían como su mayor rival. Y lo fui comprobando con los años con frases como: Sí, la esposa de Paz también escribió; la esposa de Paz también escribía cuentos; la esposa de Paz, la esposa de Paz… la esposa de Paz. ¡Carajo! Su nombre es Elena, su apellido Garro y su obra no sólo era una novela.
En sus obras se contaban 10 novelas, 6 libros de cuentos, 1 de poesía, 1 de crónicas, 2 de periodismo y 12 obras de teatro, la autora era más que la esposa de alguien. Fue, para muchos, y sin aceptarlo una gran exponente del realismo mágico, digámoslo así: la madre del realismo mágico.
De ella tenía conocimiento de su obra, pero no tenía un contexto completo de su vida. Afortunadamente, como en muchas ocasiones, llegó un libro a mis manos: La reina de espadas (Lumen, 2024) de la escritora mexicana Jazmina Barrera.
Este libro es una carta a Elena Garro, es un ensayo, investigación y memorias de una autora que merece estar y ser nombrada entre todos los autores trascendentales del boom. Una autora que tuvo problemas, que vivió en México, en París, en Nueva York, una mujer libre aún con el tipo de hombre con el que estuvo casada: Octavio Paz.
Una mujer que en sus obras refleja su pensamiento hacia las mujeres, hacia la lucha campesina y la defensa de los derechos de los trabajadores. Una mujer que estuvo huyendo durante mucho tiempo, pero que el mismo tiempo y su gente la hicieron volver.
En este libro conocemos la correspondencia que tuvo con diversas personalidades, la relación tóxica que tuvo con Octavio Paz, la relación que tuvo con el escritor argentino Adolfo Bioy Cásares y cómo fue que ésta terminó; nos cuenta, además, sobre su amor por los gatos.
En páginas que mezclan fragmentos de la obra de la autora de La semana de colores con los de la autora Jazmina Barrera, nos lleva a conocer la conexión que se crea entre esta investigadora y la figura de la autora de Los recuerdos del porvenir (Alfagura, 2019).
Sin duda alguna obra con la que se da, por lo menos un poco, el crédito que Elena Garro se merece, ese espacio en mayúsculas que debería darle la literatura mexicana.