Portada de Las intermitencias de la muerte en editorial DebolsilloPortada de Las intermitencias de la muerte de José Saramago

Hace un tiempo escribí la reseña sobre Las intermitencias de la muerte (Debolsillo, 2015) del autor portugués José Saramago. Por eso ahora te comparto una lista con las 20 mejores frases que me encontré en esta novela.

  • Al día siguiente no murió nadie.
  • Ninguna de esas personas moriría en el camino y todas iban a desmentir los más pesimistas pronósticos médicos.
  • No todo es fiesta, porque, al lado de unos cuantos que ríen, siempre habrá otros que lloren, y a veces, como en el presente caso, por las mismas razones.
  • Como era de esperar, las primeras y formales reclamaciones llegaron de las empresas del negocio funerario.
  • Paradójicamente, no tanto aprender a morir ellos mismos, porque todavía no les había llegado el tiempo, sino a engañar a la muerte de otros, ayudándola.
  • Como está escrito que no se puede tener todo en la vida, el valeroso viejo dejará en su lugar nada más que una familia pobre y honesta que no se olvidará de honrar su memoria.
  • Lo malo era que las cosas habían ido demasiado lejos para que ahora se pudiera dar marcha atrás.
  • Con las palabras todo cuidado es poco, mudan de opinión como las personas.
  • Conservemos no obstante la esperanza.
  • El rey hizo una cruz al lado de la palabra pensiones y dijo, Es necesario que ocurra algo, Sí, majestad, es necesario que ocurra algo.

Lee aquí la reseña de Las intermitencias de la muerte de José Saramago

  • El sobre se encontraba en la mesa del director general de la televisión cuando la secretaria entró en el despacho.
  • Sostenía con las dos manos una hoja de papel del mismo color que el sobre, y las dos manos temblaban.
  • A las veinte horas y cincuenta y cinco minutos el director general entró en el estudio, le entregó al presentador la carpeta con el comunicado de gobierno y se sentó en el lugar que le estaba destinado.
  • A las veintitrés horas y cincuenta minutos el presidente tuvo un infarto de miocardio. Murió con la última campanada de la media noche.
  • Los periódicos, no es necesario decirlo, fueron muy solicitados, más todavía que cuando apareció la noticia de que se había dejado de morir.
  • A los ojos del mundo lo que le preocupaba realmente a la iglesia era su participación en el funeral de la reina madre.
  • Hechos son hechos, y éste, tanto si se quiere como si no, pertenece a la clase de los irrebatibles.
  • La solución será mandarla otra vez, le dijo la muerte a la guadaña que tenía al lado, apoyada en la pared blanca.
  • La muerte volvió a la cama, se abrazó al hombre y, sin comprender lo que estaba sucediendo, ella que nunca dormía, sintió que el sueño le bajaba suavemente los párpados.
  • Al día siguiente no murió nadie.

Mira aquí la lectura en voz alta de un fragmento de Las intermitencias de la muerte de José Saramago

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