Luis Sepúlveda Calfucura, fue un escritor, periodista y cineasta chileno. Creció en el barrio San Miguel de Santiago y estudió en el Instituto Nacional, donde comenzó a escribir inspirado por una profesora de Historia. A los quince años ingresó en la Jota, las Juventudes Comunistas de Chile, pero fue expulsado en 1968.
Después militó en una fracción del Partido Socialista llamada Ejército de Liberación Nacional. Hizo los estudios secundarios en el Instituto Nacional. E ingresó en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile de la que se tituló como director.
Años más tarde hizo una licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Heidelberg en Alemania. A los diecisiete años publicó su primer libro, un poemario. A los veinte años ya tenía bastantes relatos, que «un buen amigo» ordenó, dando nacimiento a su primera recopilación de cuentos: Crónicas de Pedro Nadie.
Después del golpe militar encabezado por Augusto Pinochet, Sepúlveda estuvo detenido en el Regimiento Tucapel de Temuco y encarcelado casi tres años por la dictadura que le conmutó 28 años de prisión por ocho de exilio. En 1977 abandonó Chile, estuvo en Buenos Aires, luego pasó a Montevideo y después a Brasil.
Más tarde cruzó a Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador, donde trabajó un tiempo y conoció a los indios shuar. En ese país ingresó en la Brigada Internacional Simón Bolívar, con la que partió a Nicaragua a principios de 1979 para participar en la Revolución Sandinista.
Poco después del triunfo, se fue a Alemania y se instaló en Hamburgo, ciudad en la que trabajó como corresponsal de prensa y escribió relatos, teatro y alguna novela. Allí vivió catorce años, se incorporó al movimiento ecologista, y, como corresponsal de Greenpeace, atravesó los mares del mundo entre 1983 y 1988.
Para Sepúlveda la única obligación del escritor era «contar bien una buena historia y no cambiar la realidad, porque los libros no cambian el mundo. Lo hacen los ciudadanos».
Había narrado Sepúlveda su azarosa vida a través de su ‘alter ego’, Juan Belmonte, exguerrillero y escolta de Allende creado en 1994 para la novela Nombre de torero. Recurrió a él para «hacer memoria» y combatir «a quienes defienden la amnesia como razón de Estado, como se quiso hacer en Chile».
Como escritor, saltó a la fama internacional después de publicar, en 1989, su novela inspirada por su experiencia de convivencia con los shuar Un viejo que leía novelas de amor.