Hace una semana escribí sobre Sangre Nueva (Random House, 2023) de Bibiana Camacho y cómo la casa podría mostrarse como un sitio parecido a un huracán, cómo éste podría arrastrarnos y llevarnos incluso a imitar las actitudes y formas de nuestros padres.
Con base en eso, trate de dar la vuelta a la página, pero la literatura y el destino funcionan de formas que jamás podremos explicar. Llegó a mis manos el libro Miramar (Alfaguara, 2023) un libro que nos muestra la otra cara de la moneda en casi todos los aspectos: un hogar donde nuestra protagonista recibió amor, un lugar donde la figura fundamental es el padre.
En esta novela conocemos a Victoria, una mujer argentina que perdió a su padre cuando ella tenía 10 años. Pero de quien vio todo el proceso en el que el cáncer lo consumía. En el que entre ambos tenían un juego un tanto secreto, basados en la obra de Mujercitas (Lumen, 2019), en el que actúan como dos de las hermanas, siendo el padre la hermana enferma.
Victoria contempla constantemente estos recuerdos sobre su infancia y su padre, en el que nos transporta a aquellas visitas a su casa de Miramar. Sitio en el que su padre tenía un jardín, al que le dedicaba una gran cantidad de tiempo cuando estaban ahí. Tanto que a la playa solo asistían su madre, su hermano y Victoria.
Nuestra protagonista nos muestra que no sólo sufre la ausencia o la pérdida del padre amoroso con el que ella creció y compartió secretos. También nos habla sobre su divorcio, con Miguel, con quien años después de la muerte de su padre compartió la reparación de la casa de Miramar y con quien tiene una hija.
En una de sus constantes reflexiones sobre el pasado Victoria recuerda el momento en el que su padre hizo una llamada misteriosa. Una llamada de la que ni su mejor amigo ni su mamá volvieron a hablar nunca. Pero, que era tan importante y privado para el padre que pidió a su mejor amigo extender el cable del teléfono hasta su habitación.
Y es aquí donde la historia da un giro de 180 grados, con una investigación que se vuelve primero en primordial, después en un tipo de necesidad para Victoria. Sólo para encontrarse con el porqué su padre esperaba con añoro el inicio del mundial de 1978 en Argentina y cómo, la vida que siempre tiene otros planes, llevó a que ese mismo día fuera su velorio.
A través de una forma majestuosa de llevar los recuerdos, los saltos del tiempo y adentrarnos a la intimidad de un corazón que ha pasado por diversas pérdidas Gloria Peirano nos muestra que el amor puede prevalecer que no importa el tiempo que pase, la relación que se tenía con esas personas especiales es tal que lo años no podrán corromperlo.