Portada del libro Pequeño hablante del escritor argentino Andrés Neuman en editorial AlfaguaraPortada del libro Pequeño hablante de Andrés Neuman

La semana pasada escribí sobre Pequeño hablante (Alfaguara, 2024) del escritor argentino Andrés Neuman. Por eso hoy te comparto las 43 frases que más me gustaron de este libro que aborda el amor, la comunicación y el desarrollo del lenguaje.

  • Más que ponerte en pie, lo difícil fue encontrarte de pronto ahí, encaramado a tu estatura.
  • Pienso en las veces que me hice daño tratando de avanzar.
  • Tu voz es la de un pájaro que no sabe muy bien qué es un gorjeo. La de algún instrumento indefinido tanteando su timbre. La de un cascabel en la ventana, la de esta misma brisa.
  • La palabra se impuso a los temores. Se filtró en tu inconsciente. Y por fin nos quisimos como hablantes.
  • Se acabó tu sonrisa de puré. Ya no masticas luz con las encías. Ahora tienes risa de fiera involuntaria, de mamífero con cepillo de dientes.
  • Tu madre y yo ayunamos para verte comer. Es un amor faquir.
  • Su amplio repertorio de diez sílabas multiplica hacia adentro los sentidos. Somos sus traductores y, a la vez, sus discípulos.
  • Desconozco este llanto de pura admiración, de reconocimiento frente a la autonomía y la desfachatez de tu propia belleza.
  • Asiente, alza la vista y sube por su cuenta. Y con cada peldaño conquistado, se acerca más a él.
  • Tu nuevo pasatiempo es asustarte de mentira.
  • Si hay algo que detesto es la capa ridícula del héroe, esa que oculta un cuerpo incapaz de decir/ —No puedo, hijo./ —Voy a decepcionarte./ —¿Me ayudas?/ —Tengo miedo.
  • Y me abres los brazos, y nos vamos meciendo, y nos recuperamos de las peores cosas que nos sucedieron antes de nacer.
  • ¿Qué es levantar una paciente torre, comparado con el goce caótico de causar su caída?
  • Tu legión de animales invisibles no deja de crecer.
  • Lamento confirmar que son las mismas alergias de tu padre.
  • Descubres que a las ranas les gustan los insectos. Entonces me suplicas que abramos el balcón para que vengan todos los mosquitos, así las pobres puedan alimentarse.
  • Hoy tu abuelo, con su barba de nieve y su memoria viuda, te ha traído un regalo. Feliz cumpleaños, hijo: esta cocina es nuestra.
  • Juegas con su fantasma anticipado. Hay un secreto en esta habitación repleta de muñecos: el padre de tu padre va a esfumarse mucho antes de lo que merecés.
  • Hoy, por primera vez, me has narrado a tu modo un acontecimiento pasado.
  • Paso coche, con todo su pretérito. Ya declara que hay algo que se va, que no todo es presente.
  • Ya no hablo de nada con tu madre, salvo de ti, que es mucho.

Lee aquí la reseña de Pequeño hablante de Andrés Neuman

  • Los padres llegan tarde a los secretos íntimos que más les concernían.
  • Has perdido pureza porque te ha entrado el mundo por la piel.
  • Agarras la guitarra con firmeza. Le das la vuelta y tocas el tambor.
  • —Avión grande. Papá pequeño.
  • No es vértigo: es un hijo.
  • Ojalá tardes mucho todavía. Ojalá que me enseñes a no dar el cuerpo por perdido.
  • Cuando viajo, le pides a tu madre que reproduzca (ese es el verbo: una vez y otra vez) videos de los momentos que pasamos juntos. De nosotros jugando y corriendo y bailando y comiendo manzanas.
  • Tuve una infancia fea, hijo. No quiero proyectar pero proyecto.
  • No te echaba de menos ni supliqué tu nombre. Es justo que lo sepas. Simplemente llegaste a bordo de la luz, instalaste un sentido y me rehiciste.
  • Jugar es una forma de obsesión. Su obsesión preferida, este rompecabezas del abecedario.
  • Inspeccionas los libros de nuestra biblioteca: quieres asegurarte de que en las partes blancas no dice, de verdad, nada de nada.
  • Después de tanto esfuerzo por absorber las reglas, meter la pata es nuestro nuevo lujo. No sabes el regalo que nos haces.
  • Tu maestra nos dice que has bailado con Emma, que se parece a ti cuando sonríe, tímida y descarada al mismo tiempo.
  • Se llama ficción, hijo. La parte que le falta a la verdad. Sospecho que te vas a divertir.
  • Se puede casi todo siendo niño.
  • De repente comprendo su tragedia: cuando está en el castillo, no lo ve. Su deseo requiere perspectiva. Estar en los lugares es perderlos.
  • ¿Quién me lo hubiera dicho? Yo, que tuve una infancia futbolera de la que huí corriendo, que imaginé una hija practicando cualquier otro deporte, que jure no imponerte el juego de los juegos, que ni siquiera me atreví a desear que te gustase tanto como a mí ahora corro y resoplo y te suplico que pares un momento, por favor, queriéndonos detrás de una pelota roja.
  • Ya no chillas como en los viejos tiempos de hace poco. Has descubierto algo más efectivo: en vez de los berrinches, empleas la dialéctica.
  • Por qué tiene que ver con la elocuencia del mundo cuando es nuevo. Significa unas ganas de mirarlo. No pide una respuesta, sino más campo libre.
  • Mi momento del día, el que lo redondea, el que lo salva, fue cuando tú me hiciste la pregunta que no debo olvidar.
  • Intrigado por la trama que él mismo ha puesto en marcha, nuestro hijo nos mira, sospechando que acaba de empezar otra historia.
  • Ya no le queda un poro preverbal. No hay regreso de aquí: es un hablante. Ahora empieza el juego de verdad.

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