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Juana Inés de Asbaje y Ramírez. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa.

En 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas y permaneció en él cuatro meses. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente.

Dada su escasa vocación religiosa, parece que Sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.

El ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. En la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz hallamos numerosas y elocuentes composiciones entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con “Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba” y “Detente, sombra de mi bien esquivo”.

A causa de la reacción neoclásica del siglo XVIII, la lírica de Sor Juana cayó en el olvido, pero, ya mucho antes de la posterior revalorización de la literatura barroca, su obra fue estudiada y ocupó el centro de una atención siempre creciente; entre los estudios modernos, es obligado mencionar el que le dedicó el poeta y ensayista Octavio Paz.

He escrito sobre Sor Juana Inés de la Cruz

Mira aquí una breve semblanza de Sor Juana Inés de la Cruz

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