La semana pasada escribí sobre Testimonios sobre Mariana (Debolsillo, 2024) de la escritora mexicana Elena Garro. Por eso ahora te dejo las 127 frases que más me gustaron de esta novela.
- Sí, Mariana es la simpleza misma, la docilidad. ¡Mira qué engaño! La primera vez que la vi fue en una fotografía que nos mostró Pepe a su regreso de París.
- La vida está hecha de pedazos absurdos de tiempo y de objetos impares.
- Debo reconocer que la melancolía es mi estado natural, a pesar de que los teólogos la consideran un atentado contra la existencia divina.
- Vivir es un problema arduo y hallarse en el mar es solo una pausa.
- No imaginé que mi frase provocaría que la propia Mariana llamara al día siguiente, para proponer que cenáramos juntos esa misma noche.
- —¿Por qué tu mujer te obliga ir a donde no querías?
- Ahora sólo podría afirmar: ¿Mariana? Es la mujer que me amó… Aunque puedo afirmar lo contrario: ¿Mariana? Es la mujer que jamás me amó… Vivo bajo la impresión de que no existió nunca y que nunca la amé.
- Nada de lo que solía decir a las mujeres se lo podía decir a ella y sostuvimos una conversación hecha a base de risas y tonterías.
- Augusto era el que tenía una hija con Mariana.
- Los presentimiento me aterran. Nunca sé si ya sucedieron las catástrofes y un mecanismo defensivo me obliga a olvidarlas o si apenas van a suceder.
- Tenía el aire inocente de las puritanas, pero bajo ese aspecto sano y limpio se ocultaba una vida dislocada.
- —Eres demasiado rico. Por eso no comes pasteles, no bebes café, no fumas, no tienes hijos. Dime, ¿para qué vives?
- No quise decirle que los libros eran el verdadero interés de mi vida, ni tampoco comenté mi pasión por el tenis.
- Quería herirme y yo sólo deseaba acostarme con ella.
- Me intimidaba esa muchacha y la contrariedad de no haberme acostado con ella la convirtió esa tarde en la criatura que hubiera deseado encontrar al principio de mi juventud.
- El país tomado por sorpresa se dividía en bandos que actuaban a ciegas y que estaban sujetos a la misma presión y a idéntica violencia y la moneda bajaba vertiginosamente.
- Su amor desinteresado me salvaba de la monotonía de mi vida conyugal.
- Volví a recordar su imagen olvidada y por las mañanas en el club. empecé a imaginarla dorada por el sol corriendo por las canchas de tenis. De pronto una mañana de sol y a la mitad de una partida de tenis la sentí observando mis jugadas. Me volví a las tribunas vacías y la vi sentada, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada sobre la mano.
- Era ella, Mariana, y yo al acercarme y en el espacio de unas zancadas, poseído de un amor desconocido, había cruzado el tiempo para encontrar a una Mariana convertida en una vieja harapienta.
- Había cumplido treinta y cuatro años y había aprendido a medir el tiempo en las gradas de la cancha de tenis.
- Dormí mal imaginando el reencuentro. ¿Por qué me intrigaba Mariana? Tal vez por su locura de ofrecerme un hijo en los jardines de Luxemburgo y luego por negarse a acostarse conmigo.
- La vejez podía producirse en un instante, igual que una enfermedad incurable.
- Inevitablemente mis paseos terminaban en las librerías.
- Ella dictó el pacto, yo lo aprobé, pues con el cabello húmedo, el impermeable inglés y la risa alegre resultaba peligrosamente atractiva.
- Debería haberme impuesto con ella, haberla amado para obligarla a permanecer cerca de mí.
- El cielo se licuó y los verdes centellearon, la escalinata blanca tendida como un abanico prometía el acceso a puertas invisibles que pronto se abrían para nosotros.
- —Señor agente, venimos de hacer el amor. ¿Cómo puede haber sentido contrario? —preguntó mi amiga guiñándole un ojo.
- Deseaba alejarse y yo sólo quería protegerla de su terrible soledad.
- Las horas pasadas con Mariana estaban llenas de imágenes y significaciones profundas, surgidas del tiempo impalpable de los sueños.
- La intensidad del amor es tan indecible como la intensidad del dolor.
- Su sorpresa no era fingida y me sentí recompensado: yo sólo era el mas humilde de sus admiradores, dispuesto a servirle hasta de criado.
- Retrocedíamos a los lugares míticos de donde sólo los dioses habían hecho el amor y llegábamos solos e inocentes, esperando milagros que sí se producían.
- Decir que nos comunicábamos por una corriente secreta no es decir nada y sin embargo así nos sucedía.
- —Hace cuatro semanas que estoy embarazada y no puedo tener a tu niño.
- Por el mundo corrían ríos de lágrimas que ella todavía lloraba.
- Mi último acto de cobardía fue dejar en la administración del hotel la ruta que íbamos a seguir y los nombres de los hoteles donde pasaríamos.
- ¿Qué era el tiempo sino un interminable desfile de días iguales a sí mismos?
- Era imposible dialogar con ella: se me había ido para siempre. Yo sólo había vuelto a París para presenciar un final que me aterraba.
- Si no pudo ver mi infinita tristeza, es que había en ella una fibra insensible que rechazaba la vida.
- Continué buscándola y a las seis de la tarde supe que todo había terminando. Estaba cortado para siempre de Mariana.
- La fiesta que marcaba el nacimiento de París anunciaba la muerte del único hijo que había engendrado.
- La encontré en su cama mirando un vaso colocado sobre la chimenea con tres tulipanes amarillos que se reflejaban en el espejo.
- Aunque era difícil entenderla, era muy fácil amarla.
- Me arrojaba de su vida con la misma facilidad con la que había arrojado a su zapato, a mi hijo y al anillo.
- Sí, los años pasan… es una frase banal, pero ¡qué huella dejan!
- El papel no recoge el tono de voz, la ligereza de unos pasos, la intensidad de un dolor o el golpe definitivo de una puerta al cerrarse…
- El pasado era irreversible y Mariana había muerto aquella noche y escapado a mi futuro.
- —Mariana prefirió cenar con Barnaby. Con la edad se ha vuelto insoportablemente interesada.
- Augusto acusaba a Mariana de ejercer la prostitución. Lo escuché atónito y me ruboricé al recordar el dinero de los billetes de barco que le envié.
- Pepina opinó que el marido no la soltaría hasta haberla arruinado totalmente.
- Mariana era incapaz de exteriorizarse, siempre hablaba cosas ajenas a ella misma.
- —Mariana quien te diga que el que bien te quiere te hará llorar, miente. El que te ame te hará feliz… yo te amo.
- Vi su figura delgada avanzando entre la nieve y me alarmó su esperanza.
- Allí estaba frente a mí, sentada, sin mostrar ningún arrepentimiento.
- Sabía que me amaba pero existía dentro de ella una fuerza que la obligaba a contradecir con hechos duros sus palabras dulces.
- Era tan fría como la nieve que caía tras los cristales.
- En adelante bordearía lugares desconocidos, caminaría por la orilla de un mar negro en el cual la luna ya no se refleja.
- Los equivocados merecen el olvido que ella ha alcanzado plenamente.
- Temo que no descubriré nunca el secreto de la pajera Mariana-Augusto, que nunca fue pareja.
- Aniquilar a Mariana era su objetivo y muchas veces estuve tentada a intervenir en favor de mi amiga, pero guardé silencio.
- Mariana se había convertido en un monstruo enemigo al enamorarse de Vicente.
- —Él es un vulgar Don Juan sudamericano que trata de justificar su matrimonio con una vieja rica y engaña a las jóvenes con complejo de sirviente.
Lee aquí la reseña de Testimonios sobre Mariana de Elena Garro
- Esa noche contemplando a la madre y a la hija, tuve la extraña sensación de que las dos eran la misma y que una de ella había inventado a la “otra” para hacernos creer que gozaba de alguna compañía.
- —Me preocupa mi hija… Comparte con su madre el odio feroz a los hombres.
- —Vicente no vale nada. ¡Nada! Lo supe siempre, pero se necesitan fantasmas para sobrevivir.
- Me pareció verla reflejada en un espejo hecho astillas y que también ella contemplaba su imagen mutilada y multiplicada.
- Su actitud iracunda me hizo vacilar, el despacho giró alrededor y sus ventanas se acercaron a mis ojos.
- La pasión dominante en Augusto era destruir a Mariana.
- Supe que no sería feliz hasta haber destruido a Mariana por completo.
- —Porque leo a Maupassant, me gusta el ballet, creo en los fantasmas y amo a los santos —contestó Mariana.
- Me convertí en una asidua al salón de Mariana, en donde se fabricaban teorías literarias, filosóficas, sexuales y sociológicas. Augusto escogía a su mujer para ilustrar los temas.
- Augusto se sobresaltó: era peligroso dejarse arrastrar por la seducción negativa de Mariana.
- Me digo que si ya se encontraba entre ellos, los vencedores, debería haber permanecido en su sitio y aceptar su amarga suerte, como lo hice yo.
- Estamos dentro de una sociedad y para sobrevivir es necesario repetir los gestos; ella se negó a plegarse a su círculo y el círculo la estranguló.
- Stephan era pederasta y se escandalizaba de muy pocas cosas, sin embargo, la situación de mi amiga lo dejó pensativo.
- Ahora estoy convencida de que la gente como ella debe dejarse guiar por esos signos antiguos que les revelan su destino.
- Mariana estaba sola con tres hombres en aquel piso invadido de tinieblas.
- La amabilidad imperturbable de Vicente ocultaba tempestades parecidas a las que Mariana disimulaba con risas.
- En ambos, bajo una juventud asoleada se ocultaba un nihilismo peligroso.
- Al contemplar la vida conyugal de mi amiga, aceptaba mi propia soltería con beneplácito.
- Ahora sé que el eco de las palabras es permanente y decisivo.
- La belleza siempre produce melancolía y el muchacho y yo nos quedamos pensativos.
- Cuando llegó el chofer de Sara, me invadió una emoción que no olvidaré jamás: había logrado la seguridad que sólo produce la belleza.
- Me sentí culpable: yo era una partidaria de Stalin, había luchado por su triunfo, continuaba luchando por los obreros y estaba frente a un auténtico príncipe ruso, que reía de nosotros.
- Comparé su miseria dorada con el despilfarro de los amigos de Augusto y una vez más llegué a la conclusión de que el poder económico se había desplazado a América.
- Existen personas que como las mariposas sólo viven unas cuantas horas, revolotean por los jardines o en los salones para dejar una pálida huella en la memoria.
- Sus palabras me convencieron de que jugar con lo maravilloso no sólo implica peligro, sino ridículo.
- La vida posee tantos vericuetos como la memoria, si lograba descubrir en mis recuerdo algo esencial, podría salvar a mi amiga.
- Mis recuerdos de Mariana son dispersos y están siempre en relación con grupos o personas inesperadas, que la colocaban en situaciones imprevistas, quizá porque ella carecía de apoyos sólidos y se movía entre aquellas personas con el sonambulismo de las personas sin raíces, sin dinero y sin familia.
- Eugenia cambió la vida de Mariana. Mi amiga se volvió invisible hasta para Natalia y Teo.
- Se transformaba en un ser irreal, no mentía, por primera vez creí en el amor.
- Mi amiga cometía un grave error enamorándose de aquel personaje que no ofrecía ninguna solución para su vida infortunada.
- Me alarmó comprobar que iba llenándome de rencor.
- Su marido aprovechaba su encanto para subir en la escala interminable que conducía a la cúspide del éxito.
- —Toda la máquina gubernamental caería sobre mí y toda la cólera de su madre sobre Natalia.
- Entró de puntillas, llamando en voz baja a Eugenia y su marido y de pronto descubrió a los dos desnudos haciendo el amor.
- Augusto me mostró el certificado médico que aseguraba que mi amiga tenía un embarazo de dos meses.
- A partir de esa increíble tarde, ayudé a mi amiga a preparar su viaje pagado por Vicente.
- Augusto jugaba con Mariana como el gato con el ratón, no respetaba sus sentimientos, hacía escarnio de su amor por Vicente, la colocaba en la picota, entregaba su destino en las manos de Clarence su cómplice.
- Noté que nos conducíamos como criminales, a pesar de que ninguno de los dos había cometido ningún delito.
- Las respuestas idénticas me hacía pensar que existía un juego diabólico entre ellos.
- Los hechos y las personas se repiten en otros hechos y otras personas exactamente iguales, una se salva y la otra se pierde.
- Me encontré aislada en el corazón mismo de los elegidos y estúpidamente me sentí el blanco de todas las miradas.
- Me di cuenta de que nunca me consideraron persona de confianza.
- Si lograra olvidar lo que sabía, mi vida futura no tendría problemas.
- Los nihilistas quisieran detener el tiempo y como fracasan, lo destrozan.
- —Augusto quiere creer que Mariana tiene copias de los papeles y documentos sobre Karnak.
- Empezaba su brillante carrera cuando en una gira a Sudamérica, Augusto la conoció y se empeñó en casarse con ella, después de prometer solemnemente que no se opondría a que Mariana continuara en el ballet.
- En realidad no podía decir nada más. Sabía muy poco de ella.
- Tal vez Mariana no estaba allí para acostarse, tal vez me pedía algo que yo desconocía y que me convertía en un intruso.
- —La vida es triste y adentro de mi cabeza hay muchos pájaros muertos…
- La acusación lanzada contra su marido me dejó atónito y me dio la respuesta que buscaba: Mariana había ido al hotel a suicidarse.
- Mariana estaba preocupada y yo era incapaz de sostener una conversación.
- El recuerdo de Mariana dejó en mí una nostalgia duradera, a pesar de las tendencias comunistas de su marido y sus amigos.
- Tuve la impresión de que Mariana se había desdoblado en su hija y de que eran la misma persona.
- Levantó la vista y me pareció descubrir en sus ojos una sombra de locura.
- Ambas tenían el aire trágico de los que afrontan la soledad desde un lugar sin esperanzas.
- Me encerré en mi estudio a pensar en los mundos oscuros que pueden actuar en personajes aparentemente luminosos.
- Era evidente que Mariana iba a la vanguardia, había roto todas las estúpidas convenciones burguesas que a ellos tanto les repugnaban.
- “Yo soy de los vencidos”, me había dicho Mariana y ahora sabía que era verdad, aunque ignoraba el motivo de su derrota.
- Recordé a Mariana, mi vida era semejante a mi amor por ella, ¡nada!
- La apreté contra mi pecho para guardarla para siempre y le repetí que la amaba.
- Le dije que mi amor era una poderosa red que la salvaría de cualquier caída.
- En un instante la palabra “amor” me resultó de una riqueza desconocida y de una gravedad extrema.
- Mariana era la única mujer a la que había amado y una terrible premonición me anunció que desaparecería de mi vida.
- Mi deber era salvar a Mariana. Ella misma me había suplicado que le impidiera caer.
- Escuché su voz lejana y su sonrisa apacible. De alguna manera supe que no mentía y que en el fondo se sentía feliz al poder decirme la verdad.