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Portada del libro veinte, veintiuno de la escritora mexicana Laia Jufresa, en editorial Random HousePortada de Veinte, veintiuno de Laia Jufresa

Hace unos días escribí la reseña de Veinte, veintiuno (Random House, 2023) de la autora mexicana y una de mis favoritas en los últimos años Laia Jufresa. Por eso ahora te comparto una lista con las 20 mejores frases que encontré en esta novela.

  • Mi hija es una doctora. Una doctora para dragones. Lo sé porque me lo dice cada día, todo el día, desde hace un mes cuando cerraron las guarderías.
  • He notado que, cuando salgo a trotar, si alguien no respeta los dos metros y yo no tengo para dónde hacerme, dejo de respirar.
  • En la primera persona del plural nunca habíamos cabido tantos.
  • De niña me daban envidia los niños con amigos imaginarios, así que me inventé que tenía unos cuantos.
  • Siento a los amigos con los que me escribo mails más cercanos que los que tengo cerca.
  • Cuando en el futuro mi hija me pregunte cómo pasamos la época del coronavirus, le entregaré este texto. Es un real diario real, le diré. Y ella se dará por bien servida.
  • Mi hija ahora es una princesa. Aunque el libro que le obsesiona es aún el mismo, el foco de su pasión ha cambiado.
  • Y porque no hay amor que aguante tener que verse todo el rato.
  • El problema con la vivencia extrema es doble: la gente con la que vives se vuelve omnipresente y, a la vez, se vuelve invisible.
  • Mi hija es una sirena. Lo sé porque cada vez que cierro los ojos ella me dice: Mírame, mírame, soy una sirena.

Lee aquí la reseña de Veinte, veintiuno de Laia Jufresa

  • Me gustaría tanto pensar que esta pandemia por fin nos hará entender que somos nosotros la fascia del planeta. El tejido conectivo. Que lo que afecta a uno afecta a todos.
  • Mi hija es una feminista nata. Lo compruebo el día que me salgo de la casa y me hinco para despedirnos por el buzón y a través de la rendija metálica ella me dice: Mamá, yo te quiero todas las mundas.
  • La escritura, y el coaching, merecen todo mi respeto. El prestigio, en cambio, sólo merece mi irreverencia.
  • No sé si mi marido ha estado leyendo el libro de los cuentos clásicos con el género invertido, pero sí puedo atestiguar que últimamente se comporta como un doncel esperando noticias de su amada.
  • De vez en cuando espió a Olivia hablando con mi mamá por el iPad. Selene nunca ha visto Moana, Brave ni Frozen, pero se las sabe todas a través de la versión tergiversada que Oli le transmite, sobre todo en formato de órdenes.
  • Es una nostalgia preventiva la que me invade: Cuando se acabe la pandemia, vamos a extrañar el mute.
  • ¿Cómo le voy a explicar a mi hija que, en mi país, en el tiempo que ella ve una película y yo hago nada de nada, en lo que alguien podría leer este texto, una persona se pierde en un agujero negro, una luz vital se apaga, una familia es arrojada a un duelo sin confines ni respuesta, sin justicia?
  • ¿Qué le voy a decir a mi hija? ¿Que a nombre de una guerra imposible, una supuesta e idiota “guerra contra las drogas” mi país se ha vuelto un infierno?
  • ¿Qué le digo a mi hija de cuatro años? ¿Que estoy llorando porque hoy es el día de la mujer, pero el gobierno de mi país culpabiliza a las víctimas y se cercó en un muro contra las mujeres?
  • El 8 de marzo de 2020, como el de 2021, las imágenes de la marcha de las mujeres en México son una poderosa mezcla de empoderamiento e impotencia. De coraje y solidaridad. De desesperanza y desahogo.

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