Hace unos días escribí una reseña sobre este libro de la autora colombiana de Piedad Bonnett. Por eso ahora te dejo una lista de las frases que más me gustaron sobre esta novela.
- En la salita de estar hay un viejo tapete que tiene una punta doblada. El marido, cada vez que pasa, coloca la pata de la silla sobre ese extremo, para forzarlo a enderezarse. Cuando Emilia pasa por ahí, rumbo a la biblioteca, encuentra que la silla le impide pasar, y la corre, maldiciendo por lo bajo.
- Todo está ordenado y Luciano sabe dónde están los papeles, los cedetés, los extractos bancarios. Luciano, piensa Emilia. Luciano, el verdadero amor de su padre, Luciano, que siempre está de viaje y que cuando vuelve tampoco aparece.
- A sus hermanos los quiere de manera distinta. El agradecimiento y cariño que le tiene a su hermana vienen mezclados con una aprensión semejante a la que le producía abrir las talanqueras de los caminos cuando montaba a caballo en la finca de los abuelos. Siempre tenía temor a que se devolvieran y el caballo se encabritara y la tirara al suelo.
- A su hermano Luciano lo quiere con la nostalgia que se siente por lo perdido, porque también se hace duelo por los vivos.
- Estaba deseando un abrazo y ahí está la mano de Camilo, en una caricia inesperada que ella no sabe cómo interpretar, pero que no rechaza, en parte porque no sabe si es una insinuación o un mero gesto de cariño, en parte porque siente que es lo que está necesitando.
Lee aquí la reseña de Qué hacer con estos pedazos
- Mi papá se cayo, dice Angélica, estamos en la Clinica del Norte. Voy para allá, dice Emilia, ya salgo.
- A veces basta tirar una piedra sobre un tejado para que una casa se desmorone.
- Eres una acumuladora. Una obesa. A ver, ¿cuántos de estos de verdad te has leído? A pesar de la exasperación de su marido, Emilia sigue comprando libros.
- Por Facebook su hija se va constituyendo de cara al mundo, y en ese rompecabezas la ficha de Emilia no está por ninguna parte.
- Se queda mirando ese cuerpo enorme, de manos cruzadas sobre el abdomen, y piensa que así se verá su padre el día en que muera.
- Y luego, en silencio, se quedan otro rato viendo a los niños que juegan en el rodadero, acompañados de sus niñeras. También ellos, piensa, algún día serán viejos.
